Escribe Antonio Piñero
Seguimos comentando el libro de R. Armengol, en la parte que afecta a su opinión sobre Jesús de Nazaret. Ahora exponemos la segunda parte de lo iniciado ayer respecto a la posible violencia que traslucen ciertas actitudes, palabras y algunos hechos de Jesús.
2. Jesús como sedicioso contra el Imperio.
Ciertamente el Nazareno Jesús fue condenado por atentar sediciosamente contra el Imperio. Como dijimos ayer no es en absoluto probable que un hombre pobre y que esperaba, al estilo de Gedeón, la ayuda divina hubiera formado un ejército, aunque fuera minúsculo (pongamos un centenar de seguidores armados, al menos para defenderse) y que esperara con ese minúscula tropa poder derribar el poderío de Roma, en una batalla formal al estilo de los Macabeos con la ayuda de “doce legiones de ángeles” (Mt 26,53). Es cierto. Y me parece que quienes comparan a Jesús con los Macabeos, justo por esa mención a los ángeles pugnaces, sacan las cosas de quicio. Pero no menos me parece cierto que en todo el evangelio en general hay señales de que Jesús fue un enemigo claro del poder romano y que fue –desde el punto de vista de la política del Imperio– justamente condenado como sedicioso político.